martes, 21 de agosto de 2007

hoy es un día f.

Una de las cosas más lindas que me dijeron alguna vez fue: me encanta como me hablás, las palabras que usás, como "lo" decís. Y fue tan lindo escucharlo, que podría contar (pese al tiempo) cuándo, dónde y cómo fue. Y no creo que lo olvide.
Hoy pensaba en esa frase. Pero por contraste. Tuve uno de esos días en los cuales una no usa palabras bonitas. Ni una sola. Sólo dije lo que tenía que decir, concretito y al pie. Técnica y operativamente. Sin lenguaje propio, sin metáforas, sin poesía.
Y hoy no fue un día raro, al contrario. Sólo fue un día más.
Raros son los días en que alguien me rescata del enquilosamiento y me permite recordar que amo el sonido de las palabras.
El caso es que hoy, al final del día, y por más que pueda resultar tonto, infantil o absurdo, la verdad es que extraño las palabras. Las palabras por sí mismas, la palabras propias, las palabras sonoras, nube, loba, dedo, cal, gesticulador, hijo, cama, mente, sien, rey, fin, sol, amigo, cruz. Alga, dado, cielo, riel, estalactita, mirador, corazón. Hombre, rayo, felpa, sed, extremidad, insolación, parecer. Clavo, coito, Dios, temor, mujer, por.