jueves, 27 de septiembre de 2007

Julieta retomó el pincel.
Debía buscar una forma
tenía que haberla.
Porque es así y siempre lo fue:
las profecías se dan

y ya era tiempo.

Alguien debía dejar rastros
de aquella soledad hecha ser,
hecha despojos
del sonido engañoso en la ventana
del despertar tan, tan tarde

pero al fin hacerlo.

Algún registro debería quedar
del que podamos agarrarnos
para sostener lo insostenible:
la existencia de ese otro
que confronta contempla completa

ese otro que nos vuelve cielo.

Sólo para eso habría tenido sentido
el llegar hasta aquí, gestando
y rodando el infatigable rodar
que le permitió escapar del final deseado
del final soñado

del final

deseado.

"Vos sos el espacio que habitan tus miedos"

dice Fito en una canción durísima. Pero algo de cierto tiene que haber.
Esta fue una semana de miedos.
Miedo a lo que vendrá. Miedo a tener que enfrentar lo que vendrá estando demasiado sola. Miedo a cansarse de pelearla. Miedo a seguir peleando y descubrir, seguramente tarde, que no valía la pena.
Miedo a las ausencias. A confrontarlas con mi hoy. Miedo a las presencias. Y a confrontarlas, también.
Miedo a no encontrarlo. Miedo a las palabras si lo encuentro.
Miedo a hacer daño. Miedo a lastimarse. Miedo a sentirse culplable. Miedo a serlo.
Muchos miedos. Miedos pequeños, medianos, grandes. Más o menos explícitos. Miedos con excusas, miedos tontos. Miedos disfrazados. Miedos embarazosos. Miedos, al fin.
Pero también en estos días vi de cerca el miedo en otros. De otros que importan. Y me reconocí en sus miedos. Y los encontré más o menos desesperados, más o menos quejosos, más o menos angustiados, más o menos resignados, pero sobre todo más o menos valientes. Miedosos, pero valientes.
Y pensé que ese espacio tiene algo más que miedos. En ese espacio mío están también los valientes otros. Y eso está muy bueno, porque contagian.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Despertar

Haber sido tragado
devorado
engullido
rumiado.

Estar ignorando.
Estar complaciendo.
Estar sirviendo.

Estar mutilado
Implicado
Justificado.

Estar absuelto.
Corrompido.
Estar dormido.

Saber es despertar?.

Despertar es rugir
buscar
putear
parir.

Despertar es romper
Despertar es crear
Despertar es romper

Despertar
rugir
bombardear
esperar...

Recrear bombardeando
gritar rugiendo
gritar poemando.
Movilizar gritando
organizar pariendo
bombardear muriendo
poemar puteando.

Esperar creyendo.

Parir.

Seguir pariendo.

lunes, 10 de septiembre de 2007

En la misma semana....

"El día que encuentres a tu principe azul... seguro que es azul!"

"Vos siempre mal enamorada..."

Si si si. Me las dijeron a mí. ¿A quién más?

sábado, 1 de septiembre de 2007

Post con atraso

Es asi, hoy es tipo 4 o 5 o 3 de agosto. Tengo compu nueva, acabo de cargar los discos del flaco y de elegir un fondo de pantalla para mi escritorio, una buena foto, claro.
Pero al pasar, se aparecieron otras fotos. Y ya sabemos, soy sensible a las imagenes. Obvio que dispararon cosas, disparaste cosas, extraño ser, y acá estamos. Pensando en que si hubiera llegado ya la conexión de speedy estaría escribiendo directamente sobre el blog, pero no. Y a lo mejor es mejor así. Después alguno(s) se quejan del tono nostalgico y tanguero.. cómo si yo tuviera algo que ver con el tango, como si escuchara tangos. No más que tango cromado, que yo sepa. Y alguna que otra versión de Gricel... ¿tango?, tango sexo sexo y amor, tanto tango tanto dolor... en fin, otra vez será. Otra vez diré a voz alzada que el tango eras vos, cosa.
Por ahora nada, un buen libro y las ganas de entender de una buena vez que primero hay que saber sufrir...

Todas las cartas de amor

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mi momento cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron
cartas de amor
son las
ridículas.

Quién me diera el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy
mis memorias
de esas cartas de amor
son las
ridículas.

(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas.)

Fernando Pessoa