sábado, 15 de diciembre de 2007

de Leopoldo Marechal, 1948.

el cirujano gordo los envolvió (a sus discípulos) en una fría mirada:

¡Doctores! -expuso tristemente-. Con sacrificios indecibles hemos inventado y difundido una mística del cuerpo. Recordarán ustedes que, durante siglos, la humanidad asistió a un espectáculo bochornoso: el Alma se batía con el Cuerpo y le ubicaba golpes bajos, ante la complacencia de feos teólogos que, hundidos en sus butacas del ringside, presidían el match, silbaban al Cuerpo y aplaudían al Alma como energúmenos. Por fortuna, llegamos nosotros y nos convertimos en managers del Cuerpo: a fuerza de buches, masajes y adulación conseguimos hacerlo reaccionar; y en los últimos rounds el Cuerpo tiró al Alma contra las cuerdas, la llevó a un impecable knock-out; y el Cuerpo es ahora el ídolo de las muchedumbres. Tan exitosa fue nuestra rehabilitación del cuerpo, que la humanidad entera vive hoy pendiente de nuestros bisturíes. ¿Es así o exagero?

-¡Así es, así es!- exclamaron los de la gradería.

-Pues bien -remató el cirujano gordo-, ¿qué ocurriría si (...) el Alma volviese al ring para escupirnos el asado?.

1 comentario:

Minombresabeahierba dijo...

por algo hay que llamar al 111 para llamar al medico: los medicos comienzan con uno, continua con uno y terminan con uno...