Adán me mira y no sonríe.
No puede. Desde otro infierno
Buenosayres se vuelve irreductible.
Como sin piedad, como sin tiempo.
De soslayo comparto sus dolores
y me nutro de sus cosas aprehendidas.
Absorbo el sonar de su glorieta
constato sus recuerdos y sus iras.
Pregunto sus preguntas sin respuestas,
Trasnocho en sus noches hechas trizas,
Transcurro en sus labios de poeta.
De a poco, nuestros cielos se parecen:
son cielos que en cuadernos,
profetizan.
sábado, 8 de diciembre de 2007
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2 comentarios:
Caramba, un soneto. Y no pasó por tu nervio óptico. Esta semana me puedo tomar vacaciones!
ps.: Ta bueno.
Epa!
Gracias.
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