martes, 17 de abril de 2007

Lo importante

El bondi, como siempre. Y yo venía pensando que, pese a la lluvia, me vendría más que bien parar un toque y charlar una cerveza con alguna de esas pocas personas que una sabe que le hacen bien. Porque, bueno, la semana pasada fue muy complicada, el último finde un verdadero desastre y si bien le estoy poniendo pilas (y una buena dosis de rock nativo: "...cuando subiste a mi tren?... que yo no te vi") se está poniendo duro remontar esta "nueva" semana.
Pero es cierto, tengo mil cosas que hacer. Hoy y mañana. Hay que levantarse temprano y -más difícil todavía- estar despierta, así que birra y charla quedarán para otro día. U otro, quién sabe.
Ando ganas de charlar. Divagar sobre el todo y sus partes, por ejemplo. O continuar la charla con G. -le conté el finde en dos minutos, nos reímos durante tres minutos más y me encantó que nos pudieramos reír de esas cosas-. Pero será otro día. U otro, quién sabe.
En eso estaba pensando. Llego a casa y, casi por costumbre, levanto el fono. La mina que vive en el *124 dice que tengo mensajes, aprieto 1 y estaba la voz, inconfundible, de La Flaca. Y la verdad, me pegó. Fuerte.
Estaba por decir que lamentablemente no puedo responder el mensaje (la última vez que supe de ella estaba en Valencia, vaya una a saber por dónde anda ahora) pero la verdad es que si pudiera responder no sería ella. Y ella es importante, así que mejor así.
La Flaca es "mi amiga hippie" (pero de verdad, eh). Tenía 13 años cuando la conocí, ella era enorme, tenía 16. Habló en una asamblea y me impactó. Era una mina, a una altura de la vida en las chicas son todas pendejas. No me hice cargo del impacto, pero lo cierto es que empezamos a coincidir en reuniones y opiniones. Después nos conocimos un poco, después nos conocimos más y después fuimos amigas. Muy amigas.
Aprendí mucho de ella. Y no sólo a repujar cuero, armar trenzados o urdir telares. Me regaló un tdk de 60 con Artaud!... me pasó poesías de Apollinaire!... La Flaca, la que decía (y ejecutaba) que una cosa es fumar marihuana y otra cosa es comprarla, la que en pleno auge del menemismo armó una casa comunitaria en Gorina, la que leyó todo, todo lo que se me pueda ocurrir y todo le sirvió para crecer. La que crecía simpre, sin parar. Y la que ofrecía, dale, vamos a crecer juntas (crecer juntos! ¿hay algún ofrecimiento mejor que ese?). La que se fue en algún momento y no llegué a extrañar nunca. Por que esta ahí. De alguna manera se las arregla para estar ahí, pese al tiempo y la distancia.
La última vez que supe de ella fue a fines del 2004. Tiempos duros si los hubo. Tiempo de confusiones, de buscar y no encontrar y volver a buscar e intentar saber quién era yo, quién mierda era yo. Llega una carta, muy corta, con un poema firmado por ella y una remera de Pescado Rabioso.
Después nada, hasta hoy. Un mensaje, uno o dos minutos, para recordarme que hay que crecer, que hay que buscar, que hay seguir buscando. Para reafirmar que hay sólo dos tipos de personas. Aquellas de las que una se puede enamorar/conocer/nutrir y las demás. Pero todas importan y son parte de una misma. Para recordar que ser honesta, aunque duela y aunque le duela a alguien más, sigue siendo la mejor opción. Que los artilugios que inventamos para disfrazar mentiras con solidaridad siguen siendo artilugios. Qué es díficil decir: yo amo, yo pienso, yo deseo. Pero es lo único que, en el fondo, vale la pena decir.
Y para enfatizar que las mesclas son malas, casi siempre.

2 comentarios:

Espirtual Fighter dijo...

Excelentes reflexiones, me encantaron.

tambien lorena dijo...

Es que hay gente que dispara reflexiones, que saca lo mejor de uno. Supongo que se llaman amigos